domingo, 29 de marzo de 2020

Enseñando desde la virtualidad atendiendo a la diversidad sin perder de vista al otro.

Del muro del Profesor Carlos Andújar:

10 recomendaciones para docentes en tiempos de cuarentena y enseñanza virtual.

1. CUIDARNOS. Si no planificamos y organizamos el trabajo virtual, la virtualidad no pondrá límites (como nos sucede con las redes sociales). Es necesario planificar horarios de trabajo, de conectividad, de disponibilidad. Un modo sencillo podría ser crear una cuenta de correo alternativa a la que usamos para las cuestiones personales, de modo tal que “entrar y salir” implique un acto deliberado.  

2. CUIDARLES. La virtualidad puede hacernos creer (y hacer) cosas que nunca haríamos en las clases presenciales, por ejemplo en referencia a la extensión y cantidad de tareas asignadas a las y los estudiantes. Liberados/as parcialmente del control y delegado este a las familias, podríamos asignar una cantidad de tareas que no contemple los tiempos para su realización. Para no caer en ello, recordemos la carga horaria semanal de nuestra materia/área, que las y los estudiantes estarán recibiendo tareas del resto de las materias/áreas, que están tramitando como pueden (como los adultos) el aislamiento social y la modificación de las rutinas, y, esencialmente que la escuela y sus asignaciones representa sólo una “parte” de su vida. 

3. NO OLVIDAR LO ESENCIAL. Detrás de las pantallas, de los correos y de los usuarios hay gente, son nuestros alumnos. Niños, niñas y jóvenes que sufren, sueñan, se alegran y se entristecen. Puede ser un párrafo al comienzo de la actividad, un audio o un video, pero en la clase virtual debe haber un momento planificado para trabajar con los vínculos, para crear empatía, para abrir puertas y habilitar voces. Como diría Freire “Nada de ser como el bloque que forman las paredes, indiferente, frío, solo. Importante en la escuela no es sólo estudiar, no es sólo trabajar, es también crear lazos de amistad, es crear un ambiente de camaradería, es convivir, es unirse. Ahora bien, es lógico… que en una escuela así sea fácil estudiar, trabajar, crecer, hacer amigos, educarse, ser feliz” 

4. CAMINAR LENTO Y JUNTOS. Debemos comenzar progresivamente. Empecemos con tareas sencillas, de reconocimiento del entorno y los contenidos.  Ambos, docentes y estudiantes, estamos aprendiendo el oficio de aprender  y enseñar en los entornos virtuales.

5. USAR LA VIRTUALIDAD. La redacción de las consignas para las y los estudiantes debe ser clara y concreta. Debe responder a las preguntas ¿Qué debo hacer? ¿Cómo debo hacerlo? ¿Cuándo debo hacerlo? ¿Qué debo hacer con ello? Deben ser redundantes. (Aparecer varias veces durante la clase y explicar “lo obvio”) Recuerden que en la presencialidad el/la docente está al lado para realizar las aclaraciones necesarias y en la virtualidad no. 

6. COMPARTIR LA VIRTUALIDAD. Enseñar virtualmente no puede reducirse a enviar y recibir trabajos prácticos. Resulta necesario crear un espacio de intercambio. Por ejemplo, puede ser un muro colaborativo en el que las y los estudiantes interactúen, dejen opiniones, consultas y nosotros podamos responder e intervenir. La ventaja de estos espacios a los intercambios individuales es que todos los estudiantes leen las consultas e intervenciones del resto (incluidas las del docente).

7. APROVECHAR LA VIRTUALIDAD. En las clases presenciales por distintas razones a veces se dificulta el trabajo con recursos multimedia. Ahora, en la virtualidad, los tenemos a mano, a un solo click. Tal vez estos tiempos brinden la oportunidad de probar otros discursos y lenguajes que disputen la centralidad que en la aula suele tener el texto escrito. 

8. NO SOBREDIMENSIONAR EL ESPACIO VIRTUAL. La cuarentena ha visibilizado como pocas veces la centralidad de la tarea que silenciosamente realizan las y los docentes, la escuela y las políticas públicas para construir y proteger “lo común”, lo que, por derecho, nos pertenece a todos y todas. 

9. POSICIONARNOS. La enseñanza virtual puede exacerbar muchas de las desigualdades con las que estamos acostumbrados a trabajar en las escuelas. (muchos niños, niñas y adolescentes que habitan las escuelas sufren la vulneración de los derechos más básicos) Los problemas de conectividad de las y los estudiantes (y docentes), por ejemplo, entre otras circunstancias más dolorosas, deben encontrar los canales de expresión y la cadena de responsabilidades que prevén las leyes. 

10. HACER. En estas circunstancias, como en tantas otras de nuestro trabajo, resuenan en mí las palabras de Simón Rodriguez, maestro de Simón Bolivar: “inventamos o erramos".

Abrazo grande a todas y todos.