El dilema de siempre: aprender o aprobar
Laura Lewin, piensa en voz alta.
Mucho se ha debatido últimamente acerca de si los docentes deben, o no, evaluar a sus alumnos en estos momentos.
Estamos tan pendientes de la prueba, de la nota y del aprobar, que nos olvidamos que lo más importantes es aprender. Aprobar, debe venir por añadidura; debe ser una consecuencia de aprender. Sin embargo, y tristemente, nuestro sistema enfatiza las calificaciones por sobre el aprender. Es más, muchos alumnos hacen trampa en los exámenes porque el sistema educativo valora más las notas que el aprendizaje.
Cuando el docente pone más foco en que sus alumnos aprueben en vez de enseñarles a pensar de manera crítica o creativa, está enviando un mensaje muy claro, y es que el objetivo de la escuela es aprobar. ¿Es ese, realmente, el objetivo de la escuela?
El desafío de este siglo es el de ayudar a los alumnos a pensar de maneras diferentes, a desafiar nuevas inteligencias, por eso en necesario que dejemos de darles respuestas para memorizar, y les demos situaciones para resolver.
Ningún alumno va a desarrollar su creatividad o a pensar de manera crítica si solo se le pide que repita un concepto de memoria. Además de saber las tablas, ¿qué pueden hacer con eso? Debemos brindarles a los chicos herramientas que los ayude a pensar y a comprender. Buscamos que puedan involucrarse en el arte, no solo saber quién pintó un cuadro determinado, cuándo y de qué corriente artística es.
Necesitamos que sepan por qué están aprendiendo lo que están aprendiendo. De manera regular podemos pedirles que consideren las siguientes preguntas:
¿Qué hicimos?
¿Por qué lo hicimos?
¿Qué aprendí hoy?
¿Cómo lo puedo aplicar?
¿Qué preguntas tengo todavía?
Estamos tan pendientes de la prueba, de la nota y del aprobar, que nos olvidamos que lo más importantes es aprender. Aprobar, debe venir por añadidura; debe ser una consecuencia de aprender. Sin embargo, y tristemente, nuestro sistema enfatiza las calificaciones por sobre el aprender. Es más, muchos alumnos hacen trampa en los exámenes porque el sistema educativo valora más las notas que el aprendizaje.
Cuando el docente pone más foco en que sus alumnos aprueben en vez de enseñarles a pensar de manera crítica o creativa, está enviando un mensaje muy claro, y es que el objetivo de la escuela es aprobar. ¿Es ese, realmente, el objetivo de la escuela?
El desafío de este siglo es el de ayudar a los alumnos a pensar de maneras diferentes, a desafiar nuevas inteligencias, por eso en necesario que dejemos de darles respuestas para memorizar, y les demos situaciones para resolver.
Ningún alumno va a desarrollar su creatividad o a pensar de manera crítica si solo se le pide que repita un concepto de memoria. Además de saber las tablas, ¿qué pueden hacer con eso? Debemos brindarles a los chicos herramientas que los ayude a pensar y a comprender. Buscamos que puedan involucrarse en el arte, no solo saber quién pintó un cuadro determinado, cuándo y de qué corriente artística es.
Necesitamos que sepan por qué están aprendiendo lo que están aprendiendo. De manera regular podemos pedirles que consideren las siguientes preguntas:
¿Qué hicimos?
¿Por qué lo hicimos?
¿Qué aprendí hoy?
¿Cómo lo puedo aplicar?
¿Qué preguntas tengo todavía?
Imaginate un papá enseñándole andar en bicicleta a su hijo. La primera vez que se cae le dice “Mmmm… te pongo un 5”. Eso no pasaría jamás; lo alentaríamos para que no se desanime, y trataríamos de ver qué hizo mal hasta que logre hacerlo. Si en la vida real nos sale tan natural corregir, casi de manera intuitiva, ¿por qué sale tan mal en la escuela? ¿Cómo sé, yo como docente, y cómo sabe mi alumno si comprendió un concepto? Aprender para comprender tiene más que ver con poder andar en bicicleta, que con saber qué significa andar en bicicleta.
¿Debemos evaluar?
Sí. Evaluar es una condición necesaria para mejorar el proceso de enseñanza- aprendizaje.
Pero debemos dejar de suponer que evaluar es poner una nota. Evaluar es un proceso continuo que se da durante todo el proceso de enseñanza-aprendizaje. Nos sirve no sólo para ver cómo están aprendiendo nuestros alumnos, y ver qué necesitan para mejorar, sino, además, para ver nosotros- como docentes- qué debemos hacer para refinar nuestra práctica didáctico-pedagógica. Es decir, le sirve al alumno para regular su manera de estudiar e incorporar el conocimiento, y al docente para regular su práctica docente para ayudar al alumno a aprender más y mejor, enseñarle a auto evaluarse, y a desarrollar su auto disciplina para poder auto-gestionar su propio aprendizaje.
Debemos dejar de asumir que si un alumno “fracasa” en un examen, se debe a que no sabe o no estudió. Muchas veces ese “fracaso” se da por los propios procesos de enseñanza y/o de evaluación.
Sí. Evaluar es una condición necesaria para mejorar el proceso de enseñanza- aprendizaje.
Pero debemos dejar de suponer que evaluar es poner una nota. Evaluar es un proceso continuo que se da durante todo el proceso de enseñanza-aprendizaje. Nos sirve no sólo para ver cómo están aprendiendo nuestros alumnos, y ver qué necesitan para mejorar, sino, además, para ver nosotros- como docentes- qué debemos hacer para refinar nuestra práctica didáctico-pedagógica. Es decir, le sirve al alumno para regular su manera de estudiar e incorporar el conocimiento, y al docente para regular su práctica docente para ayudar al alumno a aprender más y mejor, enseñarle a auto evaluarse, y a desarrollar su auto disciplina para poder auto-gestionar su propio aprendizaje.
Debemos dejar de asumir que si un alumno “fracasa” en un examen, se debe a que no sabe o no estudió. Muchas veces ese “fracaso” se da por los propios procesos de enseñanza y/o de evaluación.
Por lo tanto, la evaluación es un proceso, por el cual, mediante una serie de instrumentos (la prueba, el desempeño en clase, las actividades, las observaciones, etc) verificamos no solo la efectividad del aprendizaje, sino también de la enseñanza.
La prueba, por otro lado, es la foto, es el destino, es la sentencia. Está basada en el resultado final. Nos indica dónde está el alumno (pero no hasta dónde podría llegar).
La evaluación evalúa procesos, mientras que la prueba evalúa el producto final.
¿Está mal evaluar el producto final? No. Mientras que yo, como docente, haya acompañado ese proceso, haciendo los cambios necesarios y pertinentes para que el alumno pueda aprender. Es decir, evalúo (sin nota y de manera regular) frecuentemente para después llegar al examen, que será, con suerte, alguna producción del alumno (individual o grupal) que integre todo lo aprendido.
A veces se gana, y otras.SE APRENDE
Otro tema, no menor, es entender cómo perciben los alumnos el ser evaluados. Cuando les enseñamos a nuestros alumnos a ver sus errores de manera racional y no emocional, les estamos dando una lección mucho más importante que el tema en cuestión. Les enseñamos a manejar la frustración y el aprender de los errores, que son sin duda, habilidades esenciales para la vida.
Imaginemos que tu hijo rinde un examen y le va mal. Cuando el docente le entrega el examen, lo hace pensar qué relación hay entre cómo le fue y cómo pensó que le iría, o cuánto tiempo estudió y si le alcanzó; o tal vez lo ayuda a encontrar algún patrón entre las preguntas que nunca puede contestar, o le pregunta qué cambiaría en su manera de estudiar si tuviera que render nuevamente. Esto, sin duda, lo ayudaría a mejorar la próxima vez. Es decir que hay un aprendizaje; hay un saldo positivo que lo ayuda a crecer. Este aprendizaje productivo conlleva, además, trabajar otras habilidades esenciales para la vida: pensamiento crítico, resolución de problemas, comunicación o cómo pedir ayuda, por nombrar solo algunas.
Es decir, sin importar si el logro se produce o no, hay otro éxito para resaltar, que es la lección aprendida. El crecimiento que acompaña el fracaso puede ser más importante que el éxito en sí. Debemos capitalizar estas instancias de aprendizaje que serán, sin dudas, lecciones muy importantes para la vida adulta.
Cuando logramos que los chicos cambien su mirada frente a la evaluación y puedan capitalizar sus errores, los estamos ayudando a tener una mejor vida adulta. Pero para eso, debemos comenzar nosotros, los adultos, por entender cuál es el verdadero sentido de la evaluación y comprender qué significa un aula (presencial o virtual) sana.
Un aula sana es un lugar en donde el docente es custodio de la autoestima de sus alumnos. En donde nadie puede interferir con el aprendizaje de un compañero. Es un lugar en donde se naturalizan y desdramatizan el cometer errores, entendiendo de cometer errores es parte del proceso de enseñanza y que cuando capitalizamos los errores, aprendemos y mejoramos. ¡El error es UTIL!- debemos estimular su expresión para poder detectarlos, entenderlos y hacer algo al respecto.
Por lo tanto, la evaluación no debe ser una situación que se da al final de una unidad, capítulo o trimestre. Se debe dar durante todo el proceso de enseñanza- aprendizaje para de esta manera brindarles a los alumnos orientaciones para mejorar su trayectoria académica y al docente la oportunidad de afinar su práctica docente.
Debemos repensar el proceso de evaluación para que sea significativo. El objetivo no debe ser aprobar un examen, sino, aprender. El aprobar debe ser una consecuencia de aprender.
Qué opinan?
En https://www.facebook.com/147483396042414/posts/701875290603219/ el 6/5/2020
La prueba, por otro lado, es la foto, es el destino, es la sentencia. Está basada en el resultado final. Nos indica dónde está el alumno (pero no hasta dónde podría llegar).
La evaluación evalúa procesos, mientras que la prueba evalúa el producto final.
¿Está mal evaluar el producto final? No. Mientras que yo, como docente, haya acompañado ese proceso, haciendo los cambios necesarios y pertinentes para que el alumno pueda aprender. Es decir, evalúo (sin nota y de manera regular) frecuentemente para después llegar al examen, que será, con suerte, alguna producción del alumno (individual o grupal) que integre todo lo aprendido.
A veces se gana, y otras.SE APRENDE
Otro tema, no menor, es entender cómo perciben los alumnos el ser evaluados. Cuando les enseñamos a nuestros alumnos a ver sus errores de manera racional y no emocional, les estamos dando una lección mucho más importante que el tema en cuestión. Les enseñamos a manejar la frustración y el aprender de los errores, que son sin duda, habilidades esenciales para la vida.
Imaginemos que tu hijo rinde un examen y le va mal. Cuando el docente le entrega el examen, lo hace pensar qué relación hay entre cómo le fue y cómo pensó que le iría, o cuánto tiempo estudió y si le alcanzó; o tal vez lo ayuda a encontrar algún patrón entre las preguntas que nunca puede contestar, o le pregunta qué cambiaría en su manera de estudiar si tuviera que render nuevamente. Esto, sin duda, lo ayudaría a mejorar la próxima vez. Es decir que hay un aprendizaje; hay un saldo positivo que lo ayuda a crecer. Este aprendizaje productivo conlleva, además, trabajar otras habilidades esenciales para la vida: pensamiento crítico, resolución de problemas, comunicación o cómo pedir ayuda, por nombrar solo algunas.
Es decir, sin importar si el logro se produce o no, hay otro éxito para resaltar, que es la lección aprendida. El crecimiento que acompaña el fracaso puede ser más importante que el éxito en sí. Debemos capitalizar estas instancias de aprendizaje que serán, sin dudas, lecciones muy importantes para la vida adulta.
Cuando logramos que los chicos cambien su mirada frente a la evaluación y puedan capitalizar sus errores, los estamos ayudando a tener una mejor vida adulta. Pero para eso, debemos comenzar nosotros, los adultos, por entender cuál es el verdadero sentido de la evaluación y comprender qué significa un aula (presencial o virtual) sana.
Un aula sana es un lugar en donde el docente es custodio de la autoestima de sus alumnos. En donde nadie puede interferir con el aprendizaje de un compañero. Es un lugar en donde se naturalizan y desdramatizan el cometer errores, entendiendo de cometer errores es parte del proceso de enseñanza y que cuando capitalizamos los errores, aprendemos y mejoramos. ¡El error es UTIL!- debemos estimular su expresión para poder detectarlos, entenderlos y hacer algo al respecto.
Por lo tanto, la evaluación no debe ser una situación que se da al final de una unidad, capítulo o trimestre. Se debe dar durante todo el proceso de enseñanza- aprendizaje para de esta manera brindarles a los alumnos orientaciones para mejorar su trayectoria académica y al docente la oportunidad de afinar su práctica docente.
Debemos repensar el proceso de evaluación para que sea significativo. El objetivo no debe ser aprobar un examen, sino, aprender. El aprobar debe ser una consecuencia de aprender.
Qué opinan?
En https://www.facebook.com/147483396042414/posts/701875290603219/ el 6/5/2020